Cerco a la última argucia del Chicle

Ricardo Pérez Lama y Ana Fernández Berini. Lama y Asociados.

La Voz de Galicia.

El acusado dijo que fue a robar gasoil para intentar demostrar que no acechaba a Diana antes de matarla, pero nueve feriantes negaron haber sufrido un robo de combustible aquella noche.

Quince testigos citados, una ausencia y 14 comparecencias (cuatro por videoconferencia). Todas hunden un poco más a José Enrique Abuín Gey tras la tercera jornada del juicio por el crimen de Diana Quer. Dos amigos y una conocida de la fallecida, nueve feriantes, el mariscador que sacó del fango su móvil y hasta el responsable de la recogida de basura en el Ayuntamiento de Padrón. Buena parte de las manifestaciones de ayer se ubican, en el espacio temporal del caso, en sus primeras semanas. Cuando no se sabía nada, ni tan siquiera si la desaparición era voluntaria o forzada. Mucho se habló de los feriantes, y de los últimos mensajes de WhatsApp enviados y recibidos por la víctima. También de la chica que la vio regresando a casa o de la amiga que estaba con ella aquella madrugada de fiesta en A Pobra. Todos, en mayor o menor medida, siguen minando la explicación absolutoria de Abuín. Un escenario que se repite desde la primera vista del martes.

LOS FERIANTES
Tumban la coartada del gasoil. «A nosotros no nos faltó combustible del camión: lo sabríamos por el estado que deja forzar al depósito». «No noté que faltara gasoil y no escuché que nadie comentara nada». «La calle estaba cerrada con vallas». «Por la noche no pasa gente». «Es una zona oscura». «Antes de las cuatro de la mañana no llegamos a la caravana, ni hasta las cinco». «No notamos que nadie robara gasoil, nadie dijo nada». «En las caravanas hay televisión y la vemos al regresar de trabajar». Unos regentan la atracción del dragón, otros puestos de creps y otros casetas, y otros despachan globos. En total, nueve feriantes que, uno por uno, dejaron en cueros las explicaciones del acusado. Todos durmieron la fatal noche en el escenario de la muerte involuntaria que Abuín da por bueno.

El hecho de que ninguno viera forzados los depósitos de combustible de sus vehículos ni percibiese menor cantidad de combustible desmontaría el alegato exculpatorio. Abuín Gey declaró el lunes que estaba en A Pobra para robar gasoil y que lo sorprendió Diana en el lugar en el que se encontraban las caravanas de los feriantes. De ahí la importancia de aclarar si la muerte se consumó en la calle Venecia o en el paseo marítimo de O Areal, como defienden la Guardia Civil, el juez instructor de Ribeira, la acusación particular y la Fiscalía: «[La víctima] inició el recorrido de regreso a su casa sola y a pie, siendo avistada por el acusado en el curso de este trayecto, en el cual hubo de atravesar una zona de parque apartada [tramo final del paseo marítimo], despoblada y escasamente iluminada y por la que a esas horas nadie circulaba, con naves abandonadas, circunstancias que fueron aprovechadas, a sabiendas, por el acusado para seguirla en su coche, lentamente y sin perderla de vista, acechándola hasta llegar al sitio más apropiado para después abordarla y aprehenderla con la finalidad de agredirla sexualmente, consciente de que nadie podría auxiliarla».

REGRESANDO A CASA
Por la acera de la pizzería. El testimonio de una conocida de la fallecida resulta clave para intuir qué camino siguió Diana. Fue la última persona que la vio con vida antes de tropezar con el Chicle. «La reconocí a lo lejos, a unos 100 metros, frente a la pizzería. Yo estaba atrás. Luego volvió a caminar y cuando hice el giro para irme a casa, la seguía viendo a lo lejos, borrosa». Diana transitaba en ese momento por la acera interior del paseo marítimo, pero, por cuestión de segundos, la testigo la perdió de vista antes de que llegara al cruce que comunica con la calle Venecia. La clave pasa por demostrar que Diana siguió el camino de siempre para llegar a su domicilio. La otra opción es que girara por la estrecha calle, sin aceras, Anxo Rei Ballesteros para desembocar en la calle Venecia, inhóspita, oscura y acotada con vallas para delimitar el asentamiento de los feriantes. El último lugar de A Pobra en el que buscar una red wifi para conectarse.

EL MARISCADOR
No desbloqueó el móvil. «Ese día [27 de octubre del 2017] marisquei no porto de Taragoña, debaixo da ponte da autovía (AG-11), entre o sexto e o sétimo piar. Estaba co rastro e saquei o móbil [del fango]. Valorei que podía ser da rapaza desaparecida. Era un iPhone gris, igual ao que dicían na televisión. Deixei o teléfono no capacho e, cando rematei, saín fóra, fun á confraría para deixar o marisco e avisei á Garda Civil». «Ningún compañeiro o tocou, e eu non intentei desbloquealo», explicó el testigo poniendo aún más contra las cuerdas al acusado. El informe policial certifica que se intentó desbloquear seis veces para conocer la información almacenada. Ocurrió entre que se lo arrebataron a Diana y lo encontró el mariscador. Abuín, que se sepa, fue el único que lo tocó en ese espacio de tiempo. De ahí que el abismo procesal se abra aún más a su pies.

LA DESPEDIDA
De su amiga. Alameda de A Pobra. «Diana estaba cansada y casi sin batería: se fue. Nos despedimos y emprendió su camino». Lo cuenta la amiga que compartió con ella su última noche. «Estuvo hasta las dos y veinte». La defensa quiso concretar hasta qué punto era imprudente la fallecida, y la testigo respondió con elocuencia: «Era una adolescente de 18 años a la que, como a cualquier mujer, le daba miedo volver sola a casa», en referencia a que no cambiaría, aquella madrugada, el camino de siempre para regresar a su domicilio.

EL COMPAÑERO DE CLASE
Los mensajes. Él recibió en su móvil el mensaje «Me estoy acojonando, un gitano me está llamando». Explicó que, por el tono de sus palabras, se quedó preocupado: «La noté con miedo, pero nunca pensé que pudiera pasar algo así. A la mañana, al despertarme, le escribí un mensaje de buenos días, pero ya nunca lo contestó. Al saber lo ocurrido, contacté con la familia».

Peritos, una buceadora o guías caninos, los próximos en declarar

Entre los testigos citados hoy figuran dos agentes de la Policía Local de Rianxo que realizaron varios informes sobre el estado de la nave antes de que apareciera el cadáver. También comparecerá una buceadora que hizo un simulacro para conocer con detalle cómo se hundió el cadáver, así como otros dos buceadores que realizaron una reconstrucción de ese mismo episodio. Varios agentes explicarán el informe sobre las cámaras de seguridad de la gasolinera del polígono de A Pobra. Hablará otro agente que intervino en la investigación, así como dos guías caninos que explicarán si podría haberse encontrado el cuerpo sin ayuda de Abuín. El sargento de la Policía Judicial de Noia cerrará las declaraciones del día.