«El caso Asunta fue un puzle agotador»

Rocío Beceiro González. Lama y Asociados.

La Voz de Galicia.

Rocío Beceiro, abogada que ejerció la acusación particular en el juicio, era de ciencias puras, pero el Derecho se cruzó en su vida y la enganchó.

A Rocío Beceiro no le gusta la notoriedad, por eso sufrió con la repercusión mediática que tuvo el juicio por el caso Asunta. Ella ejercía la acusación particular trabajando junto a Ricardo Pérez Lama para la asociación Clara Campoamor, a la que defiende desde hace años en otros sucesos no menos tristes: el asesinato y violación de Maruchi Rivas, la espantosa muerte de los gemelos de A Coruña o la del bebé naronés Andrea Zapata Vélez. No entiende la repercusión de este frente a los otros, pero acepta que a veces sucede así. «Me hubiera gustado que no fuera tan mediático, porque fue un juicio muy complejo, cansado y que duró un mes», recuerda seria.

Durante esos treinta días tuvo muchos sentimientos y sensaciones, pero en ningún momento vio a la acusada como a una colega: «No fui consciente de que era letrada y eso que llegó a hablar de que iba a defenderse a sí misma…». Sin embargo, el jurado se ganó su respeto por su profesionalidad: «El caso Asunta era un puzle agotador y ellos estuvieron muy atentos, haciendo unas preguntas muy buenas… Y no se dejaron influenciar, cuando la última semana solo se hablaba de que no había pruebas ellos seguían interviniendo con una gran inteligencia».

A Rocío le gustan las personas tenaces y meticulosas, porque ella también lo es. Algo que marca su carrera desde hace 28 años. Era una estudiante de ciencias puras de la Compañía de María que descartó Arquitectura y se matriculó en Derecho: «El primer año fue duro, pero el segundo me enganché y me puse a estudiar en serio: todos los días de cuatro y media a diez de la noche. Y todas las mañanas en clases, a veces pienso que me perdí la vida de estudiante en Santiago». Con esa capacidad de trabajo en la carrera no cuesta imaginársela marcando hitos en tribunales como el Supremo, donde consiguió una unificación de doctrina que ahora determina el reparto de bienes en no pocos divorcios. «Es algo que está ahí, conseguido para todos los abogados y me da orgullo», recalca.

Toda esta capacidad de trabajo tiene un interruptor y es el que pulsa cada día cuando sale del despacho Pérez Lama & Asociados. «Cuando bajo en el ascensor ya he desconectado y voy pensando en si tengo que comprar un hilo o algo para alguna de las manualidades que esté haciendo o en los planes con mi familia», cuenta con una gran sonrisa. Rocío se ha puesto metas durante las casi tres décadas que lleva como abogada, pero ninguna que no fuese compatible con ver crecer a sus hijos o pasar mucho tiempo con su marido, un gaditano al que describe como la persona más generosa que ha conocido. «Gracias a lo bueno que es vivimos en Ferrol, donde quería quedarme, aunque yo también adoro Cádiz».

Los agostos de la familia de esta ferrolana de la plaza de España son tan sagrados que los incluye entre lo más preciado que pretende legarle a sus hijos: «Siempre se lo advierto: os voy a dejar una gran formación, que también es algo que cuesta mucho, y el tiempo que pasamos juntos». Y dentro de este regalo están muchos paseos por la plaza de Amboage, su sitio preferido de la ciudad. «Amboage para mí son recuerdos con los niños y es una parte de la ciudad que siempre está viva, alegre, con chavales jugando a la pelota…».

Cuando se mira al espejo Rocío se hace preguntas sobre sí misma y sobre los demás y hay una que le ronda mucho la cabeza: «Cada día entran en el despacho mujeres que permiten que los hombres no las traten como iguales y no lo entiendo, cuentan cosas que me apenan, porque parece que hemos ido hacia atrás en cuanto a derechos». Es entonces cuando le surge ese espíritu que la llevó a dejar las ciencias para hacerse abogada y defender a los que la necesitan.

¿Cómo me veo?: «Es una sensación extraña la que tengo ante el espejo y que me preocupa, porque me siento por dentro como si siguiese teniendo 18 años, pero está claro que no los tengo. Aunque es cierto que para mí el tiempo ha pasado para bien, porque me quiero más que antes y me ha costado. Pero me gusta sentir que estoy contenta… No hay más, pero tampoco menos».